Pese a que nuestro entorno es tridimensional, su imagen en la retina aparece plana. Necesitamos que el cerebro reconstruya la tercera dimensión. No obstante, el proceso puede llevar a errores.
CORTESÍA DE ROGER N. SHEPARD
Observe el lector por unos instantes las dos mesas ilustradas en la imagen a. ¿Cuál es más grande? A primera vista, decantarse por una u otra resulta comprometido. Con todo, parece indiscutible que ambas superficies son dispares: mientras que una presenta una forma más alargada y estrecha, la otra resulta más corta y ancha.
¡Ni mucho menos! Ambas mesas son del mismo tamaño y forma. Si al lector le asalta la duda, recorte un trozo de papel siguiendo el contorno de una de las dos superficies; a continuación coloque el retazo sobre la otra figura. ¿Impresionado? ¿Cómo es posible que se origine tal ilusión óptica?, puede que se pregunte.
La solución al enigma se esconde tras unas mesas mal dibujadas. Las tablas ilustradas no presentan un efecto de perspectivas, ya que para ello el lado más alejado debería ser más estrecho. Es decir, la forma trapecial de la mesa izquierda debería ser más pronunciada que en el caso de la mesa derecha, puesto que la primera se proyecta más en el fondo desde el punto de vista del lector.
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