Durante mucho tiempo la investigación ignoró el papel del gesto en la comunicación. Se ha comprobado que, a veces, el movimiento de una mano resulta más eficaz que mil palabras.
A través del movimiento y la posición del cuerpo estamos constantemente transmitiendo información a quienes nos rodean. El cuerpo no deja de expresarse, estemos de pie o sentados, hablemos o atendamos a quien nos habla. En una cita a ciegas la actitud de los participantes puede adelantar el desenlace: si avanzaremos en la relación o se romperá. ¿Querrá ese gesto decir aceptación o rechazo? ¿Es auténtica su sonrisa encantadora?
El cuerpo no suele mentir. Sus movimientos se realizan de forma inconsciente. A diferencia de la expresión oral, el lenguaje corporal carece de intencionalidad y desconoce la ironía. Trasmite la realidad sin disfraces a través de señales que nos inducen impresiones sobre la personalidad de quien en ese momento se halla ante nosotros. Así lo confirma el trabajo de Kart Grammer, del Instituto Ludwig Boltzmann de Etología Urbana en Viena. Sea uno de los gestos preferidos de jóvenes y señoras: tirar el cabello hacia atrás con un pequeño impulso de la mano. En los hombres observamos ese gesto muy raramente. Se produce, por lo común, de forma involuntaria. De ahí su valor informativo: si la mujer sonríe mientras realiza el movimiento, indica sin ambages su interés en el interlocutor; si permanece seria, la situación parece menos propicia.
Este artículo incluye
Entrevista con Cornelia Müller, lingüista de la Universidad Libre de Berlín que investiga el lenguaje de los gestos.
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