Repitamos un test harto sencillo, ideado por Andreas Klink y Ulrich Wagner. Una joven de aspecto europeo pregunta, en la zona peatonal, cómo se va a la estación central. La mayoría de los transeúntes le informan; sólo unos pocos, apresurados o descorteses, pasan de largo. Al cabo de un rato, la misma joven hace la misma pregunta en el mismo lugar; con una diferencia: ahora viste al estilo oriental y cubre su cabeza con un pañuelo. ¿Cree el lector que se comportarán de la misma manera los transeúntes?
Por desgracia, el resultado del experimento de campo de ambos científicos, de Jena y Marburgo respectivamente, es muy significativo: ¡A la supuesta extranjera la dejaron en la estacada más del doble! En otros experimentos, ambos psicólogos propusieron que personas con apellidos extranjeros respondieran a anuncios de alquiler de viviendas o de oferta de empleo. ¿Qué observaron? Una reacción de rechazo similar entre sus conciudadanos, que, por lo visto, sólo tenía una causa: prejuicios.
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