Hacer más deporte, comer menos carne, quedar más a menudo con los amigos: son algunas de las buenas intenciones que nos proponemos cada año; sin embargo, solo unas pocas personas consiguen cumplirlas. ¿Cómo lo logran?
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Nos resulta más sencillo modificar nuestra conducta de forma duradera si lo efectuamos de manera voluntaria y encontramos un sentido para llevarlo a cabo.
El entorno social también desempeña un papel relevante: si trabajamos junto con otras personas para lograr un mismo objetivo, obtendremos más éxito.
Deberíamos formular nuestro proyecto con la mayor precisión posible. También resulta importante el camino hacia la meta: lo mejor es establecer varios pasos intermedios.
Ana se ha propuesto un nuevo objetivo con firmeza: a partir de este año, su coche permanecerá aparcado el mayor tiempo posible. En su lugar, caminará o usará la bicicleta; solo en caso necesario recurrirá al transporte público. El camino al trabajo no es largo; puede pedalear y transportar la compra en un remolque para bicis. Todo esto se antoja factible, piensa Ana. Pues ¡adelante!
A la mañana siguiente, llueve. ¿Le apetece realmente llegar empapada a la oficina? Un poco de mala conciencia la roe por dentro cuando descuelga del gancho de la puerta las llaves del automóvil, pero piensa que tiene un buen motivo para hacerlo: nadie puede esperar de ella que monte en bicicleta un día lluvioso, ni cuando se encuentre cansada, le duela la cabeza, vaya justa de tiempo o tenga una cita importante.
Ana no es la única persona a la que le resulta difícil adoptar nuevos hábitos. Según revela una encuesta de 2020 efectuada por la plataforma en línea Statista, solo el 27 por ciento de los casi 230 participantes mantuvieron sus buenos propósitos de año nuevo durante más de dos meses. Quien se propone realizar más deporte, comer más sano, trabajar con mayor eficiencia o compartir más tiempo con la familia a menudo fracasa tras unos pocos días de intento.
Las razones son variopintas. «Comprender lo que impulsa nuestros actos puede ayudar», indica Sabrina Krauss. Esta psicóloga fundó en la Universidad SRH en Renania del Norte-Westfalia una especialización en psicología ambiental y climática con el fin de estudiar qué motiva a las personas a ser más respetuosas con el entorno.
Quien desea cambiar su comportamiento también debería ocuparse de sus motivaciones. «Es importante que las personas identifiquen un sentido detrás de medidas determinadas», afirma Jennifer Cross, directora del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad Estatal de Colorado.
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