
© iStockphoto / Nina Shannon (niña); Gehirn & Geist / Andreas Rzadkowsky (ilustración)
En plena era internauta, mantener relaciones con personas a quienes no vemos resulta de todo menos extraño. De hecho, en los chats y blogs de la red compartimos confidencias con amigos virtuales. No obstante, ¿qué sucede cuando un niño se busca un amigo virtual, juega, habla e incluso convive con él como si fuera un miembro más de la familia? El fenómeno no es inusual y se presenta sobre todo en niños de los tres a los siete años.
Cuando los padres perciben la existencia del «compañero imaginario», término que utilizan los psicólogos para denominar a un amigo invisible, suelen reaccionar con preocupación. En un forum en línea una madre apunta:
«Nuestro hijo tiene cinco años y desde hace tres días habla de su amiga Pía. Esta niña solo existe en su fantasía, pero para él parece absolutamente real. Se comporta como si estuviera viéndola. Con su hermana de tres años no hemos tenido esta experiencia. Parece que la amistad con Pía le sienta bien a nuestro hijo, pero a nosotros nos preocupa. ¿Hemos de dejar que siga con su fantasía o debemos intentar quitársela de la cabeza?».
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