"Al pobre Holterling se lo han llevado hoy a casa de sus padres. Ha intentado con todas sus fuerzas tirarse del coche, pero el hombre que estaba a su cuidado se lo ha impedido. Holterling gritaba que iba secuestrado, forcejeaba y arañaba al cuidador con sus uñas extraordinariamente largas, quien acabó sangrando por todas partes."
La condesa Caroline von Hessen-Homburg conocía sólo de oídas la suerte que había corrido Friedrich Hölderlin cuando escribía con esa viveza a su hija que vivía en Berlín. El error introducido en el apellido del poeta (la carta estaba redactada en francés) carecía de relevancia en un tiempo en el que la uniformidad y la normativa dejaban mucho que desear. Pero la dama también se equivocó en otros detalles.
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