Los celos llevan a las personas a cometer acciones que normalmente no se les pasarían por la cabeza. ¿Por qué?
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Frank aprieta el puño metido en su bolsillo cuando ve que un tipo atractivo intenta ligar con su chica en una fiesta. Paula navega durante horas por el perfil en Facebook de su nuevo novio tras la pista de mensajes de su «ex». Y Mia, con tan solo dos años, siente rabia cuando su madre toma en brazos a un bebé extraño.
La mayoría de las personas sabe qué es sentir celos. Quien se ve importunado por ellos percibe que su nexo con otra persona (sea una pareja, una amistad o incluso la madre) o su propia identidad corre un riesgo. También atraviesa por un mar de sentimientos: miedo, tristeza o ira. Incluso puede acabar dudando de sí mismo.
La pregunta de por qué existen los celos provoca aún hoy el debate entre los investigadores. ¿Se trata de un componente normal de las relaciones sociales? ¿Acaso las rabietas con la pareja siguen un patrón evolutivo que resultó útil en algún momento del desarrollo de la historia de la humanidad? Los psicólogos buscan esas y otras respuestas.
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