El paso del tiempo está marcado por los acontecimientos, su secuencia, duración y contenido. La percepción del mismo es hoy campo de controversia entre psicólogos y neurólogos.
Pascal Wallisch
Cronos, dios del tiempo, se distinguía por su veleidad. Cuando estamos enfrascados en una conversación animada, departiendo con nuestros amigos o implicados en el juego, el tiempo pasa volando; en la sala de espera del dentista, parece, sin embargo, estancado. Diríase que la duración real diverge mucho de la percibida. El curso del tiempo, intrínsecamente homogéneo, viene modulado por nuestra vivencia; a veces avanza con lentitud exasperante mientras otra vuela. Este fenómeno común se ha convertido en objeto de estudio. David Eagleman, neuropsicólogo de la Universidad Baylor de Houston, acometió un experimento arriesgado para comprobar si las personas que se encuentran en estado de tensión emocional notaban que el tiempo se les detenía. ¿Qué información se extrae de los testimonios aportados por víctimas de accidentes, que narran los hechos como si hubieran sido filmados en cámara lenta? Para llevar a cabo su investigación, Eagleman hizo que los voluntarios, alumnos de psicología, sufrieran un buen susto.
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