Hace cientos de millones de años, los hielos cubrían el planeta; con la ola de calor que siguió, debida al efecto de invernadero, aparecieron los animales.
Nuestros antepasados lo tuvieron difícil. Los tigres de dientes de sable y los mamuts de espesa lana constituían preocupación diaria, pero la dureza del clima era una agotadora batalla sin tregua. En el curso del último millón de años, hubieron de hacer frente a una glaciación tras otra. En el punto álgido del postrer episodio glacial, hace 20.000 años, glaciares de más de dos kilómetros de espesor recubrieron gran parte de Norteamérica y Europa (hasta la latitud de Burdeos).
Por dramático que parezca, esas condiciones climáticas extremas palidecen en comparación con los catastróficos sucesos que algunos de nuestros antepasados microscópicos soportaron hace unos 600 millones de años. Inmediatamente antes de la aparición de los organismos pluricelulares, en el Neoproterozoico, dominó una edad del hielo con tal intensidad, que se congelaron hasta los trópicos.
Marzo 2000
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