La introducción de un gen humano en una mosca nos evoca escenas cinematográficas de un relato fantástico. Más importante: sirve para demostrar que las formas corporales de todos los animales se definen por mecanismos casi idénticos.
Todos los animales se desarrollan a partir de un huevo fecunda do que, tras experimentar múltiples tandas de división, origina, por lo común, millones de células embrionarias. Mediante un sorprendente proceso de autoorganización, envuelto todavía en el misterio, estas células se disponen formando un organismo completo en el que hueso, músculo, cerebro y piel se integran en un conjunto armónico. El proceso fundamental es constante, no así los resultados: seres humanos, ratones, moscas y gusanos representan un amplio muestrario de diseños corporales.
Ante semejante diversidad, los biólogos suponían que los arquitectos moleculares de la morfología corporal —procesos genéticos que controlan el desarrollo embrionario en las diferentes especies— serían también muy variopintos. Pero hay pruebas convincentes de que un grupo de genes relacionados entre sí, los llamados genes HOM en invertebrados y genes Hox en vertebrados, dirige aspectos similares del diseño corporal en todos los embriones animales.
Abril 1994
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