Tras haber confiado a expertos el material recolectado durante su viaje, Darwin emprende en 1837 la redacción de sus Cuadernos. Aunque no son exhaustivos, la expresión "mi teoría" se torna recurrente.
Darwin llega a Shrewsbury en coche el 4 de octubre de 1836, en plena noche. Allí le reciben llenos de alegría sus hermanas y su padre, siente el placer intenso de regresar a su hogar. El largo viaje le ha cambiado. Leemos en su Autobiografía: "Es probable que mi mente madurara con los trabajos del viaje, a juzgar por un comentario de mi padre, el observador más agudo que jamás he conocido, aunque escéptico por naturaleza y alejado de toda veleidad frenológica; nada más verme de vuelta, se volvió hacia mis hermanas y exclamó: Fijaos, la forma de su cabeza ha cambiado".
Darwin se concede sólo un breve respiro. No tarda en marcharse de nuevo. Se desvía por Cambridge, para saludar a Henslow, y prosigue hacia Londres, donde conoce a Lyell y Owen. Va ampliando su círculo de relaciones y confía las colecciones a clasificadores expertos: Henslow se encargará de las plantas; Leonard Jenyns, de los peces; Frederick William Hope, de los coleópteros; Miles Joseph Berkeley, de los hongos; Owen, de los fósiles; George Waterhouse, de los mamíferos y una parte de las aves; Thomas Bell, de los reptiles; William Lonsdale, de los corales; Christian Gottfried Ehrenberg, de los protozoos ciliados; y John Gould, del resto de las aves.
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