La evolución de las aves y su origen pueden trazarse gracias al abundante registro fósil de los dinosaurios que les precedieron. Nuevos hallazgos dan pistas sobre el origen de estos animales.
Respecto a la evolución de las aves, hace cierto tiempo que sabemos que descienden de los dinosaurios y que, de hecho, son un tipo de estos reptiles. En China y otros lugares se ha recuperado un abundante registro fósil de dinosaurios emplumados que documenta con detalle la drástica transformación de estos colosos terrestres en las gráciles aves voladoras.
Las nuevas técnicas de análisis paleontológico han permitido reconstruir la evolución de la peculiar anatomía aviar. Los resultados indican que los atributos propios de las aves surgieron gradualmente en el curso de decenas de millones de años, si bien con fines muy distintos a los actuales.
Estos hallazgos se suman a un creciente conjunto de pruebas que sugiere que las grandes transiciones evolutivas suceden de forma gradual y no en un improviso.
La historia que me llevó a nuevos descubrimientos en la evolución de las aves comienza una fría mañana de noviembre de 2014. Hacia las seis, antes del amanecer, atravesé la estación de Pekín sorteando a la muchedumbre para tomar un tren. Mi destino era Jinzhou, una ciudad del tamaño de Chicago situada en el extremo nororiental de China. Intenté echar una cabezada mientras cruzaba paisajes dominados por cementeras y maizales cubiertos por la bruma, pero la emoción no me dejó dormir. Me habían llegado rumores de que algo soberbio me aguardaba en mi destino: un fósil misterioso que un agricultor había desenterrado mientras recolectaba la cosecha y que abría nuevas puertas en el estudio de la evolución de las aves.
Cuatro horas más tarde me apeé en la estación de destino en compañía de mi colega Junchang Lü, un famoso descubridor de dinosaurios de la Academia China de Ciencias Geológicas que había solicitado mi ayuda para estudiar el ejemplar. Nos recibió una pequeña comitiva de dignatarios locales que nos condujo hasta el museo municipal, un edificio destartalado en las afueras. Con la gravedad propia de una cumbre política de altos vuelos, recorrimos un largo pasillo hasta una estancia lateral donde, sobre una mesa pequeña, yacía una losa de roca. Me hallé cara a cara con uno de los fósiles más hermosos que he contemplado nunca: un esqueleto del tamaño de un burro, cuya osamenta achocolatada contrastaba con el gris de la caliza circundante. Ese fósil nos permitiría dar un nuevo paso en la comprensión de la evolución de las aves.
Estaba claro que se trataba de un dinosaurio, armado con una dentadura aserrada y puntiaguda, propia de un carnívoro, y de una larga cola que no dejaba sombra de duda acerca de su cercano parentesco con el malvado Velociraptor de Parque Jurásico. Sin embargo, este espécimen chino difería de otros dinosaurios en ciertas características relevantes. Sus huesos eran livianos y huecos, las patas largas y esbeltas como las de una garza y el cuerpo estaba cubierto con plumas de diversos tipos, entre ellas las de los brazos, que eran grandes, tenían raquis y se superponían unas con otras para formar alas. El parecido con un ave saltaba a la vista.
Un año después, Lü y quien escribe publicamos la descripción de este esqueleto, una nueva especie a la que bautizamos Zhenyuanlong. Es el último hallazgo de toda una serie de dinosaurios emplumados que han sido recuperados durante las últimas dos décadas en la provincia china de Liaoning. Un conjunto remarcable de fósiles que ilustra, como si fuera un folioscopio, de qué forma los monstruosos dinosaurios del pasado se transformaron en las aves de hoy en día.
Las implicaciones de estos fósiles son importantes. Desde el propio Charles Darwin, los científicos se han preguntado cómo engendra la evolución grupos zoológicos totalmente nuevos. Algunas preguntas actuales respecto a la evolución de las aves incluyen:
Las aves hacen gala de unos atributos que las diferencian de los demás vertebrados. Aparte de los rasgos que las facultan para volar, su metabolismo les permite crecer con suma rapidez y su voluminoso cerebro las dota de una inteligencia y unos sentidos aguzados. Son tan distintas, que sus orígenes han despertado la curiosidad de los naturalistas desde hace tiempo.
Marzo 2017
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