Prefería la teoría bella a la corroborada con hechos pero fea porque, advertía, los hechos cambian. Ello le llevó a predecir la existencia de antimateria.
A los físicos distinguidos que visitan la Universidad de Moscú se les pide que dejen en cierta pizarra una sentencia para la posteridad. Niels Bohr, el padre de la teoría cuántica del átomo, escribió allí la divisa de su famoso principio de complementariedad: "Contraria non contradictoria sed complementa sunt" ("los contrarios no son contradictorios sino complementarios"). Hideki Yukawa, el pionero de la moderna teoría de las fuerzas nucleares fuertes, grabó con tiza la frase: "La naturaleza es, por esencia, simple". Paul Adrien Maurice Dirac eligió el epígrafe: "Una ley física tiene que poseer belleza matemática".
Hace exactamente 40 años Dirac escribía en Scientific American: "Dios es un matemático excepcional, que usó matemáticas muy avanzadas para construir el universo." [Véase "La concepción física de la naturaleza", Temas de Investigación y Ciencia, número 10]. Inspirado por las concepciones de Albert Einstein y Hermann Weyl, Dirac llegó a preocuparse, más que cualquier otro físico moderno, de la idea de "belleza matemática" como rasgo intrínseco de la naturaleza y como guía metodológica para su investigación científica. "Una teoría con belleza matemática es más probablemente correcta que otra fea, aunque ésta case con unos cuantos datos experimentales", aseguraba.
Julio 1993
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