Niño prodigio, llegó a ser el principal matemático de su época. Se desenvolvió con igual soltura en las abstracciones de la teoría de números y los complejos cálculos astronómicos como en los aspectos más prácticos de la física aplicada.
La Matemática es la reina de las ciencias, dijo en cierta ocasión Carl Friedrich Gauss; su propia vida sirvió de ejemplo a este aforismo. Considerado por todos, al par de Arquímedes y Newton, como uno de los matemáticos más capaces de todos los tiempos, Gauss se interesó tanto por la teoría como por las aplicaciones, y sus contribuciones van desde la más pura teoría de números hasta los problemas prácticos de astronomía, magnetismo y topografía. Realizó profundos descubrimientos en todas las ramas de la matemática en las que trabajó, introdujo ideas y métodos nuevos y estableció los cimientos de investigaciones posteriores. Da medida de su talento el que todavía hoy, más de dos siglos después de su nacimiento, sigan siendo fecundas muchas de sus ideas.
Gauss fue, en muchos aspectos, una personalidad contradictoria y enigmática. Hijo único de padres de clase obrera, ascendió hasta la cumbre de la matemática de su época; vivía, sin embargo, con modestia, y rehuía ser conocido públicamente. De suaves modales, era un hombre distante, políticamente reaccionario y frecuentemente testarudo, que tan sólo pedía poder continuar, sin perturbaciones, su trabajo de creador. Siempre dispuesto a reconocer el talento matemático allí donde estuviese, por encima de prejuicios de sus contemporáneos, dejó en el olvido a varios de los mejores jóvenes matemáticos de su tiempo, en especial, a János Bolyai, uno de los pioneros de la geometría no-euclídea, lo que tuvo consecuencias poco afortunadas.
Septiembre 1977
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