¿Cuáles son las estrategias de seducción de los primates? ¿Se parecen sus rituales amorosos a los nuestros? Cualesquiera que sean las posibles semejanzas, la seducción por la palabra es un rasgo exclusivamente humano.
Cuando nos ocupamos de la seducción en el mundo animal solemos pensar en paradas nupciales y, sobre todo, en apareamientos. Nos vienen a la mente las danzas gráciles de las grullas, los trinos del ruiseñor, la suntuosa exhibición de plumaje de las aves del paraíso, el vistoso abanico del pavo real, por no hablar de las justas entre peces o la crueldad de la mantis religiosa, que devora al macho acoplado a ella.
Muy pocos evocan, en cambio, los rituales de seducción en los mamíferos, si exceptuamos la berrea del venado, anclada en el imaginario de nuestra cultura de origen rural, como símbolo de virilidad. En cuanto a los primates, apenas son representativos del grupo ¿Por qué? Aunque en los mamíferos las demostraciones amorosas son olfativas con mayor frecuencia que visuales, no ocurre lo mismo en la mayoría de los primates. Debido a la vergüenza que nace de su proximidad con nosotros, fueron rápidamente encasillados por los no iniciados en el mundo de la lubricidad como libidinosos obsesivos y sin preludios ni modales.
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