La pérdida de hielo, la fusión del permafrost y otros mecanismos de retroalimentación amenazan con acelerar el aumento de las temperaturas.
WIKIMEDIA COMMONS/Thisisbossi/CC BY-SA 2.5
Hasta ahora se pensaba que si el calentamiento global se mantenía por debajo de los dos grados Celsius podrían evitarse efectos devastadores, como una elevación catastrófica del nivel del mar.
Investigaciones recientes, sin embargo, indican que tres mecanismos de retroalimentación podrían abocar al planeta a un cambio climático abrupto incluso antes de llegar al límite de los dos grados.
Dichos mecanismos corresponden a la pérdida global de hielo, los cambios que ello induce en las corrientes de circulación oceánica y las emisiones de metano y CO2 provocadas por el deshielo del permafrost.
Todo lo anterior podría acelerar el calentamiento, desestabilizar el tiempo meteorológico, causar incendios masivos y desencadenar otros desastres ecológicos, como plagas de insectos.
Durante la última década, los científicos creyeron haber encontrado la manera de proteger a la humanidad de los mayores peligros del cambio climático. Según aquellos cálculos, si el calentamiento global se mantenía por debajo de los dos grados Celsius, podrían evitarse desastres como una elevación catastrófica del nivel del mar o sequías devastadoras. Restringir el calentamiento a menos de dos grados centígrados implicaría limitar la concentración atmosférica de dióxido de carbono a 450 partes por millón (ppm), un valor superior a las actuales 395 ppm y las 280 ppm de la época preindustrial.
Al parecer, su análisis pecó de optimista. Los últimos datos globales indican que el planeta está experimentando un cambio más rápido de lo previsto. El volumen de banquisa (hielo marino flotante) que está desapareciendo del océano Ártico supera las previsiones, y el permafrost de Alaska y Siberia libera más metano —gas que ejerce un potente efecto invernadero— de lo que auguraban los modelos. Las plataformas de hielo de la Antártida occidental se desploman más deprisa de lo que se estimaba y los glaciares costeros se deslizan hacia el mar a mayor velocidad. Los fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones y la ola de calor que azotaron gran parte de EE.UU. en verano de 2012, también aumentan. ¿Qué conclusión cabe extraer de todo ello? «Como científicos, no podemos asegurar que mientras permanezcamos por debajo de los dos grados todo irá bien», explica Stefan Rahmstorf, profesor de física oceánica en la Universidad de Potsdam.
Enero 2013
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