La manipulación de ADN orientada a la resolución de problemas matemáticos obliga a redefinir el término "computación"
tomo narashima
Ordenador. La palabra evoca imágenes de teclados y monitores. Nos vienen a la mente palabras como ROM, RAM, gigabyte y megahertz. Nos hemos hecho a la idea de que la computación se efectúa por medio de componentes electrónicos construidos sobre un sustrato de silicio.
Pero, ¿ha de ser así? La computadora de que nos valemos para leer estas palabras se parece muy poco a un ordenador personal. Tal vez nuestra forma de concebir la computación sea demasiado restringida. ¿Y si las máquinas de cómputo fueran ubicuas y adoptasen multitud de formas? ¿No podría existir una computadora en fase líquida, que efectuase sus cálculos por interacción entre moléculas en disolución? Podría. Esta es la historia de la computación con ADN.
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