Entre los grandes misterios del cerebro humano se cuenta la forma en que comprende el lenguaje y lo produce. Hasta hace poco, casi todas las investigaciones al respecto estuvieron fundadas en el estudio del habla en los idiomas europeos más extendidos. Grandes han sido los avances que desde mediados del siglo XIX ha ido logrando la ciencia en la identificación de las regiones cerebrales implicadas en el habla. En 1861, por ejemplo, el neurólogo francés Paul Broca descubrió que los sujetos con dificultad para hablar, a pesar de comprender lo que se les decía, solían tener lesionada cierta zona del hemisferio cerebral izquierdo, hoy conocida por área de Broca. Y en 1874, Carl Wernicke, un médico alemán, descubrió que en ciertos pacientes capaces de expresarse con fluidez, pero que acusaban serias limitaciones de comprensión de lo que oían, era típica una lesión de otra región del hemisferio izquierdo, el "área de Wernicke".
Tales perturbaciones del habla, llamadas afasias, sólo en muy raras ocasiones son resultado de lesiones similares en el hemisferio derecho. Es, en cambio, más frecuente la asociación de lesiones en el hemisferio derecho con fallos espaciovisuales graves, como la incapacidad para copiar un dibujo sencillo.
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