La doctrina de que el mundo está formado por objetos cuya existencia es independiente de la conciencia humana se halla en conflicto con la mecánica cuántica y con hechos que se han establecido experimentalmente.
JEROME KUHL
Cualquier teoría buena en ciencias físicas debe hacer predicciones detalladas. Dado un experimento bien definido, la teoría ha de especificar correctamente el resultado, o al menos debe asignar probabilidades correctas a todos los resultados posibles. Desde este punto de vista, la mecánica cuántica puede considerarse extraordinariamente buena. En su calidad de teoría moderna fundamental de los átomos, de las moléculas, de las partículas elementales, de la radiación electromagnética y del estado sólido suministra métodos para calcular los resultados de la experimentación en todos estos campos.
Pero, aparte de una confirmación experimental, podemos pedirle algo más a una teoría. Se espera que no sólo sea capaz de determinar los resultados de un experimento, sino que nos dé también alguna comprensión de los sucesos físicos que presumiblemente sustentan los resultados observados. En otras palabras, la teoría no debe conformarse con dar la posición de una aguja sobre una escala, sino que ha de explicar por qué la aguja toma aquella posición. Cuando se desea que la teoría cuántica proporcione información de esta clase surgen algunas dificultades conceptuales. Por ejemplo, la mecánica cuántica representa una partícula elemental, el electrón, mediante una expresión matemática llamada función de ondas, que suele describirlo como si se hallara esparcido por una amplia región del espacio.
Enero 1980
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