Una vez el avión rompió la barrera del sonido, los ingenieros buscan alcanzar el Mach 1 con coches supersónicos.
Antes de que Chuck Yeager rompiese la barrera del sonido en 1947 en el avión experimental X-1, los ingenieros pensaban que la perturbación producida por las ondas de choque supersónicas podría destrozar su aeronave. A los conductores —aunque deberíamos llamarles pilotos— de uno de los dos coches artesanos que se pusieron a punto no hace mucho para superar la velocidad de Mach 1, se les plantearon consideraciones parecidas, quizás esta vez con más razón. La más mínima cosa que perturbe la marcha de un vehículo lanzado a mil kilómetros por hora coloca en una situación poco envidiable a quien se encuentre dentro. Las fuerzas aerodinámicas pretenden que un vehículo terrestre deje de serlo y tratan de hacerlo volar.
Los intentos más serios de la historia para romper la barrera del sonido con un vehículo terrestre se realizaron a finales de 1997 en el desierto de Black Rock al noreste de Reno (Nevada), en el lago salado más grande de América. La carrera hacia Mach 1 —la velocidad del sonido, que es de unos 1200 km/h a las temperaturas existentes en Black Rock— constituye el dramático enfrentamiento entre dos equipos que llevan cierto tiempo reclamando el título de coche más rápido de la Tierra.
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