Reducirán la contaminación y ahorrarán petróleo, pero ¿habrá quién los compre, pese a su excelente rendimiento?
Aun exagerando, podría aplicarse a los automóviles mixtos o híbridos el dicho de Mark Twain: todo el mundo habla de ellos, pero nadie mueve ni un dedo. De hecho, cientos de ingenieros de todo el mundo están trabajando en ellos, pero lo cierto es que casi un siglo después del primer diseño de este tipo de coche, a más de cinco lustros de que se iniciara decididamente la actividad de desarrollo y tras una inversión total que en los últimos años es de casi doscientos mil millones de pesetas, todavía no hay ningún gran fabricante de automóviles que ofrezca al público vehículos como éstos. La verdad es que ni un solo proyecto se encuentra cercano a la producción en serie. El gobierno estadounidense ha gastado más de cien mil millones de pesetas desde 1994 en esfuerzos casi frenéticos por mejorar la técnica de los HEV (siglas de vehículos eléctricos híbridos, en inglés), pero el concepto se mantiene más bien en la esfera política y no se concreta en productos comerciales.
Tal estancamiento no deja de inquietar, puesto que son muchos los especialistas que creen que el HEV podría ser —y de hecho tendría que ser— el coche del próximo futuro. Consisten estos vehículos en un coche eléctrico que dispone también de un pequeño motor de explosión y de un generador eléctrico para cargar las baterías, con lo que se amplía el radio de acción (autonomía) del vehículo. Las baterías podrían cargarse continuamente o sólo cuando alcanzasen cierto nivel de descarga.
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