Ingenios fallidos fueron el Dymaxion, el coche volante, el cinturón cohete, el cinturón a chorro y el WASP, la plataforma volante, el tren neumático, el aerodeslizador, aceras deslizantes, la autolancha, el avión atómico, el coche atómico y el zepelín.
El título es con toda probabilidad excesivamente tajante. Pero estas ideas, por brillantes o excéntricas que fueran, defraudaron todas las expectativas que en ellas pusieron sus entusiastas. Unas se enmarañaron en dificultades técnicas o en limitaciones prácticas. Otras no pudieron competir con los medios de transporte corrientes. Algunas tuvieron mala suerte. Las hay que evolucionaron hacia otros tipos de vehículo. Y algunas... pues quizá no fueran lo bastante buenas. En cualquier caso, ilustran una de las lecciones más importantes de la historia del transporte, consistente en que puede que no se llegue a ningún sitio aunque se tenga una idea brillante.
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