Vemos espacialmente gracias a que los ojos envían al cerebro informaciones distintas. Pero cuando ambas imágenes retinianas divergen mucho, las consecuencias son a menudo curiosas.
JASON LEE
Miramos el mundo desde dos puntos de observación ligeramente diferentes, las posiciones de los dos ojos. Esta duplicidad de observatorios es responsable de sutiles diferencias entre las imágenes de cada uno de los dos ojos, discrepancias que son proporcionales a las profundidades relativas de los objetos del campo de visión. El cerebro está facultado para medir esas diferencias; al realizarlo, el resultado es la visión estereoscópica, o estereopsis.
Para hacernos una idea del efecto descrito, extendamos un brazo, apuntando con el dedo a un objeto lejano. Con el brazo extendido, guiñemos alternativamente los ojos y observaremos que el dedo cambia de posición con relación al objeto, hecho que ilustra la disparidad horizontal entre los ojos.
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