Los principios y métodos aprendidos de la ingeniería se aplican a la transformación de la biotecnología, que ha superado la etapa artesanal para convertirse en industria.
Aunque la expresión "ingeniería genética" viene utilizándose desde hace al menos tres decenios y la técnica del ADN recombinante constituye uno de los pilares de la investigación moderna, la mayor parte del trabajo que los biotecnólogos llevan a cabo con organismos no tiene mucho que ver con la ingeniería. Ello ocurre, en parte, porque la construcción a partir de "componentes" biológicos no ha alcanzado todavía los niveles de estandarización y utilidad que se dan en otros campos de la ingeniería. Y en parte se debe a los métodos y la mentalidad de los biólogos; aunque éstos reciben la poderosa influencia de la técnica.
A principios de 1957 la ingeniería electrónica experimentó una profunda transformación. Jean Hoerni, de Fairchild Semiconductor, una empresa pequeña ubicada en lo que después se convertiría en Silicon Valley, inventó la técnica planar: un sistema de deposición y grabado de capas de metal u otros materiales en obleas de silicio mediante unas plantillas denominadas fotomáscaras. La técnica facilitaba la producción, limpia y sistemática, de circuitos integrados; asimismo, permitía obtener una amplia gama de circuitos mediante el simple cambio del dibujo de la fotomáscara. Poco después, los ingenieros elaborarían sus diseños a partir de bibliotecas de circuitos sencillos, creados por otros, y los combinarían para formar diseños de complejidad creciente y dotados un rango de aplicaciones más amplio.
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