Personas que han perdido un brazo o una pierna perciben a menudo, como si aún siguieran teniéndolo, ese miembro que en realidad les falta. Pueden también sentir terribles dolores en ciertas partes del "miembro fantasma".
En 1866 S. Weir Mitchell, el más eminente neurólogo norteamericano de su tiempo, publicó su primer informe sobre miembros fantasma. No escogió una revista científica, sino el Atlantic Monthly. Se escudó, además, en un breve relato anónimo, que tituló "El caso de George Dedlow", protagonista al que le amputan un brazo durante la Guerra Civil. Cuando se despierta en el hospital, no sabe que han tenido que amputarle también las dos piernas.
"Sentí de pronto un fuerte calambre en la pierna izquierda. Traté de llegar hasta ella... con mi único brazo, pero, encontrándome demasiado débil, llamé a un enfermero. 'Por favor, hágame unas fricciones en la pantorrilla izquierda'."
"'¿En la pantorrilla... ¡Si no tienes ninguna, compañero! ¡Te las tuvieron que cortar!'"
Algunos aventuran que Mitchell recurrió al Atlantic para comprobar la reacción de sus colegas ante la hipótesis de los miembros fantasma. Temía que no iban a creerse que, tras la amputación, los miembros eliminados pudieran seguirse sintiendo como brazos y piernas reales.
Junio 1992
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