La diversidad de las marcas de atletismo es sólo aparente. Muchas de ellas resultan de la potencia bien aprovechada de un único músculo: el cuádriceps, tal como lo confirman las cifras de las plusmarcas.
Jean-Michel Courty
Édouard Kierlik
BRUNO VACARO
Cien metros en diez segundos, saltos con pértiga de seis metros, nueve metros en salto de longitud, etcétera. Los atletas del sprint y del salto nos sorprenden. ¡Y además unos halterófilos que levantan dos veces su peso! Sin embargo, tras esa diversidad de cifras y disciplinas deportivas se esconde un denominador común: el cuádriceps. Este músculo, situado en la cara anterior del muslo, es el más potente de nuestro organismo y determina nuestras prestaciones óptimas durante los esfuerzos breves e intensos.
¿Cómo evaluar la energía que puede desarrollar el cuádriceps? Dejemos de lado los deportes que solicitan de forma simultánea a una gran variedad de músculos y centrémonos en la halterofilia. Uno de los dos movimientos de esta disciplina es la arrancada: el atleta se halla inicialmente en cuclillas y con los brazos bien extendidos, se endereza y luego desciende antes de levantarse enseguida.
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