El Kilauea es uno de los volcanes mejor estudiados del mundo. Su observación ha ayudado a comprender el comportamiento de los volcanes activos y anticiparse a otras erupciones destructivas posibles.
Al filo de la medianoche del día 2 de enero de 1983, junto con nuestros colegas del Observatorio Vulcanológico de Hawai asistimos al inicio de una de las erupciones más prolongadas y extensas que se recuerdan en la historia. Una oleada de temblores, así como la continuada hinchazón del terreno en torno del volcán Kilauea, indicaban que la tierra se estaba desgarrando lentamente bajo la creciente presión de la roca fundida, en su ascenso hacia la superficie. Casi a las veinticuatro horas del comienzo de esta actividad, apareció un resplandor rojo por el horizonte este. Al mismo tiempo, cesaron los temblores y fueron reemplazados por la inconfundible vibración rítmica —como latidos de un corazón— de la lava brotando en borbotones del subsuelo.
El volcán Kilauea continúa en erupción hoy en día. Desde 1983, sus coladas de lava han cubierto casi unos 100 kilómetros cuadrados, y han añadido unas 120 hectáreas de superficie a la isla de Hawai. Los últimos episodios de actividad del Kilauea han destruido más de 180 viviendas y hecho evacuar a cientos de personas.
Octubre 1992
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