Pese a sus imperfecciones ópticas y mecánicas, el Hubble ha retransmitido gran abundancia de imágenes y sorprendentes y reveladores retratos espectrales de distintos objetos cósmicos.
Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial
El 25 de abril de 1990, el telescopio espacial Hubble era desplegado desde el trasbordador espacial Discovery, marcando así el comienzo de una nueva era en la astronomía óptica. Los telescopios ópticos terrestres, desde los primitivos catalejos de Galileo hasta el recién estrenado telescopio Keck, se han visto obstaculizados por la atmósfera inquieta y distorsionante de la Tierra. En cambio, el Hubble fue concebido para observar el cosmos desde su atalaya, a 610 kilómetros de la superficie terrestre, con una claridad sin precedentes.
Sin embargo, no es ningún secreto que el telescopio no ha funcionado como se esperaba. Cierto número de fallos mecánicos y de diseño —especialmente la deformación de su espejo principal— han degradado la capacidad del telescopio, consternando a la comunidad astronómica y provocando una oleada de críticas desde los medios de comunicación. Pese a todo, gracias a improvisados cambios de método y a innovadoras técnicas de corrección de imagen por ordenador, el Hubble ha conseguido igualar la sensibilidad y superar el poder resolutivo de los mejores telescopios asentados en tierra. Es capaz incluso de detectar rayos ultravioleta —radiación de longitud de onda algo más corta que la de la luz visible— que no atraviesan la atmósfera terrestre.
Agosto 1992
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