En este primero de una serie de artículos sobre las misiones tripuladas a Marte, se aborda el objetivo principal de la empresa: la búsqueda de vida.
Durante siglos, los exploradores han arriesgado la vida aventurándose en terreno desconocido por razones que van de lo económico a lo patriótico. Cristóbal Colón puso rumbo al oeste para encontrar mejores rutas comerciales hacia Oriente y a mayor gloria de España. Lewis y Clark se adentraron en el occidente ignoto del Mississippi para averiguar qué había adquirido EE.UU. al comprar Luisiana a los franceses. Y los astronautas del Apolo fueron lanzados a la Luna en una espectacular exhibición de poder técnico durante la guerra fría.
En las exploraciones del pasado se mezclaban los imperativos comerciales y los político-militares, pero los descubridores que las llevaron a cabo consiguieron que la ciencia progresase por el simple hecho de haber viajado a rincones no hollados. Lewis y Clark se trajeron muestras, descripciones y dibujos de la flora y fauna del oeste americano, en su mayor parte desconocidas para los colonizadores y la cultura que representaban. También el programa Apolo acabaría por aportar buenos datos. Según Paul D. Spudis, del Instituto Planetario y Lunar de Houston, "lo que sabemos de la historia geológica global de la Luna se lo debemos, en gran medida, a las tres últimas misiones Apolo".
Mayo 2000
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