En septiembre de 1997 los arqueólogos descubrieron una nave longa vikinga enterrada en el fango del puerto de Roskilde, situado a 40 kilómetros al oeste de Copenhague. El hallazgo fue un acontecimiento comparable al que le valió al vikingo Leif Eriksson el sobrenombre de "el afortunado". Sin que nadie lo sospechara, la nave estaba oculta muy cerca del mundialmente famoso Museo de Naves Vikingas de Roskilde y apareció durante los trabajos de dragado para la ampliación del puerto, con el fin de acoger la flota de réplicas históricas de esa institución.
Según Ole Crumlin-Pedersen, la nave debió de hundirse a causa de un temporal muchos siglos atrás y, con el tiempo, los sedimentos la cubrieron. Por el método de cronología basado en el análisis de los anillos de la madera, aplicado a las tablas de roble del hallazgo, se ha podido comprobar que la nave se construyó hacia el año 1025, en época del rey Canuto el Grande, que reunió Dinamarca, Noruega, el sur de Suecia e Inglaterra en un imperio vikingo.
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