En la ladera de una colina al sudoeste de Pennsylvania, a unos 115 kilómetros de Pittsburgh, se levanta uno de los edificios más famosos del mundo. La Casa de la Cascada (Fallingwater), creación emblemática de Frank Lloyd Wright, es todo un símbolo nacional desde su construcción en 1937. Más de dos millones de turistas han contemplado fascinados sus terrazas de hormigón suspendidas sobre un claro y caudaloso torrente. Según los críticos especializados esta construcción fue el logro máximo de Wright, y en 1991 el Colegio Norteamericano de Arquitectos la eligió como la mejor obra jamás realizada por un estadounidense.
Pese a todo, esta maravillosa estructura tenía su talón de Aquiles. El diseño de Wright no previó suficiente apoyo para la parte suspendida sobre el agua. De ahí que las famosas terrazas aéreas empezaran a ceder durante el mismo proceso de construcción, apareciendo anchas grietas en el hormigón. Y lo que es peor, la inclinación se fue acentuando a lo largo de sesenta años, hasta que en 1995 la Junta de Conservación de Pennsylvania, propietaria de la mansión, resolvió encargar a nuestra empresa, Robert Silman Associates de Nueva York, un análisis de los problemas estructurales de la Casa de la Cascada. Los resultados de nuestra investigación indicaron que las vigas que sustentaban la casa se seguían curvando y que, si no se hacía nada, el edificio entero terminaría por desplomarse.
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