La actividad humana está alterando la compleja mezcla de gases que forman la atmósfera. Algunos efectos, como la lluvia ácida y la contaminación, han alcanzado ya niveles preocupantes; quizá no sean ésas las únicas sorpresas.
La atmósfera terrestre nunca ha estado libre de cambios. Sus composición, temperatura y capacidad de autolimpieza han va riado desde que se formó el planeta. Pero el ritmo adquirido en los dos últimos siglos ha sido clamoroso, sobre todo en lo que a la composición se re fiere, que ha cambiado con una celeridad desconocida en cualquier otra época de la historia humana.
Los efectos de los cambios que se están produciendo, y que se manifiestan con creciente claridad, abarcan la deposición ácida por la lluvia y otros meteoros, la corrosión de los materiales, la bruma urbana y la debilitación del escudo de ozono estratosférico (O3), que protege la Tierra de la dañina radiación ultravioleta. Quie nes estudian la atmósfera piensan que el planeta no tardará en calentarse debido a la intensificación del efecto de invernadero, el calentamiento de la Tierra por los gases que absorben radiación infrarroja, emitida por la superficie del planeta tras ser calentada por el Sol, y la envían luego a la Tierra. Esto podría producir alteraciones climáticas que quizá fueran espectaculares.
Noviembre 1989
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