Una quinta parte de la población mundial sufre pobreza energética. En el África subsahariana, la región del planeta con menores índices de acceso a servicios energéticos, dos de cada tres hogares carecen de suministro eléctrico. El ochenta por ciento de los habitantes utilizan combustibles tradicionales (leña o carbón) para cocinar y, en algunos casos, para la calefacción, a costa de su salud: 1,4millones de personas mueren cada año a causa de la inhalación de humos y partículas en su hogar, muchas más que las registradas por malaria.
Esa falta de acceso a la energía puede parecer un problema eminentemente técnico, de falta de infraestructuras. Pero las consecuencias son muy humanas; recaen sobre todo en mujeres y niños, que son quienes pasan más tiempo dentro de casa y también los responsables de la recolección del combustible (así como del agua). En realidad, toda actividad en el día a día se ve afectada por la falta de energía; por ende, se ven reducidas las oportunidades de progreso y desarrollo de las personas. En palabras del secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, «la energía transforma vidas, negocios y economías».
Lo más comentado
Diccionario de física cuántica: entrelazamiento
Sinopsis del siglo XXI
La medicina cuántica no existe
¿Sería posible la vida sin el cromosoma Y?