La biología de los mamíferos está experimentando una auténtica revolución, impulsada por una nueva técnica que permite crear ratones portadores de mutaciones controladas de cualquier gen.
Las células de nuestro organismo portan en su núcleo un manual de instrucciones donde se especifican sus distintas funciones. Aunque ese manual es el mismo para todas, cada estirpe celular —hepáticas, epidérmicas y otras— echa mano de un capítulo diferente para cumplir su propia misión. El manual contiene, asimismo, la información en cuya virtud un embrión unicelular, el óvulo fecundado, se convierte, primero, en feto y, luego, en bebé. Y además sigue suministrando información mientras el niño madura física e intelectualmente. Cada uno de nosotros es irrepetible; en efecto, el manual difiere ligeramente de un sujeto a otro, de suerte que en él están especificadas casi todas las características físicas y muchas de las claves del comportamiento que nos individualizan.
Manual tan extraordinario se llama genoma. Está escrito en forma de nucleótidos, con un alfabeto de cuatro letras: adenilato (A), citidilato (C), guanilato (G) y timidilato (T). Igual que la secuencia de letras de una palabra determina su significado, así la secuencia de nucleótidos del ADN encierra la información. En cada división celular se replica el manual entero: una copia por cada célula resultante. En humanos y ratones, el genoma viene a constar de unos tres mil millones de nucleótidos.
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