Diecisiete años después de su descubrimiento, la génesis de los púlsares continúa siendo objeto de intensas investigaciones, aunque su formación en explosiones de supernova empieza a disponer de una mayor base experimental y teórica.
En el proceso general de continua transformación de la materia, las estrellas nacen, viven y mueren. Los púlsares son estrellas de neutrones y, como cualquier estrella, nacen, viven y mueren. Una estrella es una masa esférica en estado gaseoso (aunque a densidades y temperaturas muy elevadas), sujeta por su propia atracción gravitatoria. ¿Cómo se establece entonces el equilibrio que la impide colapsar? Consideremos una delgada capa cualquiera del interior de la estrella. Sobre ella se estará ejerciendo la presión hidrostática causada por el peso (atracción gravitatoria) de las capas más externas. Sin embargo, dicha capa no se comprime, simplemente porque en su interior la temperatura es tal que la presión interna correspondiente compensa la presión ejercida por el peso de las capas externas. Así pues, cuanto más hacia el interior se encuentre la capa considerada, mayor será la presión externa ejercida; por tanto, al tener que ser mayor la presión interna que la compense, también será mayor su temperatura. Por ello, mientras en las capas externas de una estrella la temperatura se mide en miles de grados, en sus capas internas ha de medirse en millones de grados.
Si se encuentran en esta situación de equilibrio, ¿por qué evolucionan las estrellas? Para responder a esta pregunta volvamos de nuevo a la delgada capa interior. La agitación térmica de sus partículas genera en ella una energía radiante en forma de fotones, que se propagan a las capas adyacentes, donde son absorbidos y reemitidos. Y así, tras millones de absorciones y reemisiones, parte de esa energía alcanza la superficie y escapa de la estrella constituyendo la radiación que observamos desde la Tierra. En el caso de las capas más externas la energía radiante que reciben de las regiones del interior (absorciones) se corresponde con la energía que reemiten, de suerte que este proceso prácticamente no cuenta en el balance energético de dichas capas. Por el contrario, en las regiones situadas en las capas profundas de la estrella, la energía radiante absorbida es menor que la emitida.
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