¿Por qué necesitamos evocar el pasado para imaginar el futuro?
Thomas Grüter
GEHIRN&GEIST/MORITZ VAHRMEYER
El cuerpo vive el aquí y el ahora, mas la mente, con frecuencia, se traslada al mañana. Da igual que recorramos mentalmente el plan diario, anotemos las fechas del mes en el calendario o planifiquemos las vacaciones del verano; siempre nos hacemos ideas muy concretas de los acontecimientos futuros. ¿Cómo controla el cerebro esa tarea? Por muy paradójico que parezca, simplemente lo recuerda. Según los neurocientíficos, cuando contemplamos el futuro, evocamos sobre todo la memoria.
Ya en los años ochenta, los psicólogos sospechaban que la memoria participaba en los planes e imaginaciones del futuro. Endel Tulving, de la Universidad de Toronto, sostenía en Elements of Episodic Memory (publicado en 1983) la tesis de que la capacidad de evocación nos faculta para realizar viajes mentales en el tiempo. Al parecer, durante la evocación, vamos combinando nuevos retazos de memoria (engramas) y almacenamos el resultado. Cuando imaginamos el futuro, al menos el personal, ocurre algo muy parecido.
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