Cuantas más similitudes presentan los adolescentes, más duradera es su amistad.
ISTOCK / KEVIN RUSS
¿Es usted capaz de recordar quién era su mejor amigo en el colegio? Si la respuesta es afirmativa, el motivo puede deberse a su similitud con la otra persona. Una investigación reciente indica que los amigos que conservamos dependen, sobre todo, de cuánto nos parecemos a ellos.
Brett Laursen, de la Universidad Florida Atlantic, examinó la relación amistosa de 573 parejas de amigos desde primero de secundaria hasta segundo de bachillerato, o bien hasta que la amistad finalizaba (podía suceder antes). El estudio longitudinal le permitió descubrir tres factores que podían predecir si los jóvenes probandos continuarían con su amistad durante más de un año: a saber, la popularidad, la agresividad y el éxito escolar. Cuantas más similitudes mostraban los individuos respecto a estos parámetros, más duradera era su relación. Por otro lado, las amistades entre chicos y chicas solían perdurar menos tiempo. Según Laursen, ello se debe, en parte, a la presión que ejercen los demás amigos: los individuos que mantenían una relación amistosa con una persona del sexo contrario disponían con frecuencia de un círculo de amistades reducido, lo que perjudicaba la relación.
Fuente: Psychological Science, vol. 26, págs. 1304-1315, 2015
Septiembre/Octubre 2016
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