Podemos provocar en el laboratorio ilusiones auditivas creando situaciones poco habituales. Gracias a ellas comprendemos mejor los mecanismos ordinarios de la audición.
Christian Cavé
La ilusión auditiva más trivial no exige recurrir a estímulos reservados para los laboratorios de investigación: la experimentan a diario miles de personas. Se trata de la ilusión de espacio auditivo que se percibe al escuchar un concierto de música clásica en un reproductor estereofónico: el oyente tiene la impresión de que el piano se encuentra en el centro, los violines a la izquierda y los contrabajos a la derecha. ¡Estamos siendo víctimas (o beneficiarios, diría un optimista) de una ilusión auditiva!
El estudio en laboratorio de situaciones especiales, adecuadas para confundir a nuestros sentidos, arroja luz nueva sobre los mecanismos que intervienen en condiciones habituales. Dejados de lado sus aspectos más lúdicos, estas investigaciones permiten, merced a estímulos anómalos o no coherentes, comprender mejor la forma en que recibimos e interpretamos las señales sonoras.
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