Cambiar el punto de vista puede servir de alivio.
Si un suceso pasado le supone un continuo incordio, pruebe a relatarlo por escrito, pero como si le hubiera ocurrido a otro. Redacte, por ejemplo, «ella chocó con su coche» en lugar de «yo choqué mi coche». En un estudio publicado en febrero de 2013 en Stress and Health, este tipo de narración benefició a sujetos que se enfrentaban a la intrusión de pensamientos relacionados con un trauma.
«Al parecer, la narración de los sentimientos en tercera persona abre una oportunidad constructiva para que el sujeto objetive lo sucedido, distanciándolo de él, por lo que su percepción resulta menos inmediata y amenazante», asegura Matthew Anderson, doctorando en psicología social en la Universidad de Iowa y coautor del estudio.
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