Ha construido con sus propias manos la pequeña cruz de madera, ha escrito el nombre en la losa y sobre ella ha depositado las flores. Anteayer murió Struppi. Mamá y papá dicen que ahora está en el cielo de los perros y cada día recibe un enorme hueso. La pequeña Lena no tiene idea de lo que significa la muerte.
Gracias a los avances de la medicina y la mejora de las condiciones de vida, la muerte se ha convertido hoy en un fenómeno propio de la vejez. La mayoría de las veces son los abuelos o el animal doméstico preferido quienes ponen al niño ante su primera experiencia con la muerte. Buscamos alejar la muerte de nuestro entorno familiar inmediato: residencias de ancianos, hospitales o casas de acogida atienden a los moribundos. Las empresas funerarias se ocupan del entierro. La mayoría de los niños adquiere las primeras ideas sobre la muerte de manera casual, al oír una conversación entre adultos, al acudir a un cementerio o a una iglesia y, sobre todo, a través de la prensa y la televisión.
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