La destrucción de los hábitats, principalmente en los trópicos, está provocando, cada año, la extinción de miles de especies. Las consecuencias serán terribles, a menos que se invierta la tendencia.
La especie humana apareció en el momento de mayor diversidad biológica que ha conocido la historia de la Tierra. Hoy en día, a medida que las poblaciones humanas se expanden y alteran el ambiente natural, están reduciendo la diversidad biológica a su nivel más bajo desde final de la era Mesozoica, hace 65 millones de años. Aunque imposibles de calcular, las consecuencias últimas de esta colisión biológica serán, sin la menor duda, perniciosas. En eso consiste, en esencia, la crisis de la biodiversidad.
En cierto modo, la pérdida de diversidad constituye el proceso principal de cambio ambiental. Y lo afirmo porque se trata del único proceso que es completamente irreversible. Sus consecuencias son, asimismo, las menos predecibles, porque el valor de la biota terrestre (es decir, la fauna y la flora consideradas conjuntamente) sigue en gran medida sin estudiar y sin apreciar. Puede decirse que cada país tiene tres tipos de riquezas: material, cultural y biológica. Los dos primeros tipos los comprendemos perfectamente, pues son el nervio de nuestra vida cotidiana.
Noviembre 1989
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