El aire, el agua y las rocas constituían las únicas materias primas de la Tierra primitiva. Con esos recursos tuvieron que construirse los primeros seres vivos. Nuevos experimentos dan a entender que ciertos minerales cumplieron un papel decisivo en tan extraordinario proceso.
No se sabe cómo nació la vida en la Tierra joven, tan desolada. Pero hay una cosa segura: el origen de la vida fue un fenómeno químico. Una vez formado el planeta, hace 4500 millones de años, los impactos de los meteoritos fueron destrozando periódicamente y manteniendo estéril su superficie durante 500 millones de años. Y sin embargo, sólo unos cientos de millones de años después de esa era infernal aparecía y medraba la vida microscópica. En algún momento intermedio se había montado con aire, agua y piedra el primer ser vivo.
De esas tres materias primas, a la atmósfera y los océanos se les han venido atribuyendo desde hace mucho en los guiones del origen de la vida los papeles estelares. Las rocas, y los minerales que las componen, han sido sólo figurantes o meras piezas del atrezzo. Ahora se va comprendiendo que ese reparto restrictivo es un error. Ultimamente, una serie de experimentos apasionantes está descubriendo que a los minerales les tocó un papel decisivo en las reacciones químicas básicas de las que hubo de surgir la vida.
Junio 2001
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