La investigación experimental acometida con lechuzas nos revela los mecanismos de que se vale el cerebro para combinar las señales acústicas procedentes de uno y otro lado de la cabeza y forjar una percepción espacial única.
¿Por qué tenemos dos oídos? Después de todo, oiríamos cabalmente con uno solo. Mas, para determinar la dirección exacta de donde procede un sonido —sea el llanto del bebé o el ladrido del perro—, sí se requieren ambos. En el proceso de fusión binaural, el cerebro compara la información recibida de cada oído y traduce luego las diferencias en una percepción unificada de un sonido único que viene de una región específica del espacio.
Los indicadores espaciales extraídos por el cerebro humano, se ha demostrado, son las diferencias en el tiempo de llegada y en la intensidad de las ondas sonoras que llegan a los oídos desde un foco dado, diferencias que se deben a la distancia entre éstos. Cuando un sonido procede de un punto situado directamente ante nosotros, las ondas llegan a los oídos al mismo tiempo y ejercen una fuerza igual en las superficies receptoras, que pasan la información al cerebro. Pero si un sonido emana, por ejemplo, de la izquierda del centro, las ondas alcanzarán el oído derecho con un ligero retraso con respecto al izquierdo; también serán algo menos intensas en el derecho porque, a medida que viajan hacia el oído más distante, una fracción de las ondas será absorbida o desviada por la cabeza.
Junio 1993
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