La emulación de un sentido humano requiere sensores y procesadores. Un olor abarca cientos de miles de sustancias. Sólo se usan de cuatro a treinta sensores. Suelen basarse en óxido de estaño, microbalanzas de cuarzo o en ondas acústicas superficiales.
Cualquier técnica que pretenda emular un sentido humano debe contar, como mínimo, con dos elementos: un sensor y un dispositivo que procesa las señales. Una cámara fotográfica intenta imitar la visión y un micrófono el oído, pero sin un sistema que procese la información —como lo hace el cerebro—, permanecen ciega y sordo respectivamente. Lo mismo sirve para el olfato, uno de los procesos biológicos más complejos de nuestro organismo.
Septiembre 2004
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