Los adelantos técnicos pudieran conseguir que los cohetes del siglo próximo funcionasen de modo muy semejante a los aviones actuales, lo que reduciría a la décima parte los costes de los vuelos espaciales.
A los cuarenta años del primer vuelo en torno de la Tierra de un satélite artificial, el Sputnik, las actividades desarrolladas en el espacio lo invaden todo. Los satélites de comunicaciones transmiten continuamente mensajes por todo el planeta, los sensores en órbita emiten las mediciones detalladas que realizan de la superficie terrestre y ya se ha comenzado a explorar el sistema solar con naves robotizadas.
Pero todavía estamos lejos de valorar cabalmente las posibilidades de los vuelos espaciales. Hay quienes sueñan desde hace tiempo con grandes laboratorios orbitales y expediciones a los planetas más lejanos del sistema solar, mientras que otros perciben expectativas de lucro en el transporte de viajeros y mercancías por el espacio. No cabe duda de que la calidad de vida general mejoraría si dispusiéramos de redes espaciales de comunicaciones y de seguimiento que resultasen económicas.
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