Un volante de inercia que gira rápidamente se combina con un turbomotor de combustión para propulsar un nuevo vehículo eléctrico mixto.
La búsqueda de una alternativa al motor de explosión de los automóviles actuales obedece a dos preocupaciones de nuestra sociedad: reducir el consumo de combustibles fósiles y disminuir la contaminación atmosférica. Desgraciadamente la mayoría de los compradores de coches no basan su elección en estos criterios. Lo que suele considerarse, en cambio, al buscar un nuevo automóvil son aspectos como el coste, la seguridad, las prestaciones y el rendimiento del combustible. (Este último factor afecta, desde luego, al consumo y a la contaminación, pero raras veces constituye una preocupación esencial del comprador.)
Los hermanos Rosen fundaron en 1993 una empresa destinada a producir un nuevo tipo de tren propulsor para coches, que no solamente buscara reducir la contaminación y economizar combustible, sino también despertar el interés del potencial comprador.
Hasta ahora ha desarrollado un vehículo híbrido que incorpora una técnica bastante singular: el volante de inercia. Aunque el concepto sea sencillo, la realización ha resultado difícil. El volante de este tren propulsor consiste en un cilindro rotatorio de un material compuesto de fibra de carbono, capaz de almacenar y de generar energía. Cuanto más velozmente gire el volante, más energía acumula, energía que puede extraerse cuando se necesite sin más que desacelerarlo.
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